Y yo que pensaba que no vendrían, que no cruzarían el mediterráneo tan ocupados como estaban repartiendo regalos en mi península. Pero lo hicieron, cumplieron. Y ese paquetito con mi nombre escrito llegó a mis manos la mañana del 6 de enero, justo cuando tenía que llegar, cuando necesitaba que llegase. ¡Gracias!
Y como dije que haría, no perdí la oportunidad de conocer nuevas tradiciones y me acerqué hasta Piazza Navona para ver a esta extraña «befana». Roma está siempre llena de gente, pero lo de ayer daba hasta miedo. En la plaza no te movías por voluntad propia, «la masa» te llevaba de un lado a otro. Y en todo el centro las aceras rebosaban de sonrisas, manzanas caramelizadas, nubes rosas de azúcar y brujitas en escoba. Si, esas brujitas en escoba representan a la befana. Incluso he aprendido la «cancioncica»:
con le scarpe tutte rotte
col cappello alla romana…
VIVA VIVA LA BEFANA!